sábado, 18 de abril de 2009

Prepropuesta II

Ya está aquí, lo que todos estabais esperando con ansias inconmensurables. Es la parte complementaria al texto de mi compañero el Curator, y viene pisando fuerte. Muy atentos a lo que pueda suceder y permaneced conectados al blog.

"La persona muerta en defensa de una causa, con lo que da testimonio de ella"

Estas palabras se corresponden con una sencilla definición con concepto de “mártir”, que ha podido ser aplicado a lo largo de la historia a numerosas figuras que han dedicado y sacrificado sus vidas en defensa de su ideología. Habiendo trascendido a la visión teocentrista del mundo, el mártir pasó de ser una figura vinculada a la religión y la fe en la divinidad, para convertirse en un idealista. El humanismo y la edad moderna colocarían al hombre en el centro de su propio universo, y los conflictos que a partir de entonces se desarrollarían se basarían en la defensa de las ideologías. Aquellos personajes que recordamos de una manera más ejemplar son los que han luchado por defender la libertad a toda costa. Y en el fondo, éste es el deseo más anhelado de los hombres, el de sentirse libres, libres para decidir sin trabas en función de su inteligencia y su voluntad, amparándose en la justicia como elemento limitador.
¿Hemos alcanzado pues la libertad?

Tal vez una primera apreciación pueda hacernos pensar que sí, pero nada más lejos de la realidad, nuestra forma de vida nos aleja mucho del ideal de libertad en el sentido estricto de la palabra. Vivimos en una sociedad obsesionada con el control y la regulación, en la que cada paso que damos está estudiado y analizado para configurar un tipo de persona/consumidor/usuario que se adapte al mecanismo como un engranaje más, e inconscientemente alimente cada vez más la ansias de un sistema que no nos permite decidir.

Cuando de nuevo comienza a desarrollarse un cambio social paradigmático, y la máquina comienza a tomar protagonismo dentro de la cotidianidad del hombre, el proceso vuelve a evidenciarse. La introducción de la computadora como un objeto de uso personal y cotidiano, viene acompañada de nuevas formas de relación, comunicación y trabajo. El desarrollo de Internet nos abre las puertas de una realidad paralela, de un flujo interminable de líneas que conectan cada punto imaginable, enriqueciendo con su entramado el potencial de la realidad misma. Pero lejos de que podamos pensar que ahora somos más libres que nunca, los modelos mediante los que nos relacionamos con la computadora tienen en su concepción tanto o más de ésta idea de control de la que hablábamos, convirtiéndose en estructuras que desconocemos más allá de su propia interfaz, que somos incapaces de intervenir, modificar, comprender o analizar. No estamos preparados para hacer con ellos más de lo que se nos permite hacer. ¿Somos entonces tan libres?.

En esta nueva era digital, la era del computador, el programa y el ciberespacio, también hemos de luchar por el ideal de libertad, por la posibilidad de poder elegir en base a nuestra voluntad, y desde hace décadas es algo que se viene haciendo con firmeza. Intentar dilucidar el porqué el Hacker podría ser considerado como el mártir de nuestra era no es una tarea sencilla, más aún cuando a lo largo de los años su función ha sido malinterpretada y su figura dilapidada por medios de gran difusión, como la televisión, el cine o la propia Internet.

Muchos pueden asociar la definición de Hacker a la idea del pirata informático, de la persona con suficiente conocimiento informático para sobrepasar las medidas de seguridad de un sistema y conseguir con ello acceso a la información. La palabra idónea para definir al individuo que realiza estas actividades es “Cracker”. Por ello, en un ejercicio por intentar limpiar la conciencia social, es importante explicar la función del Hacker como la de una persona apasionada por un estilo de vida basado en el trabajo como medio hacia la satisfacción personal. Esta filosofía del trabajo determina una fuerte pasión, entrega y dedicación por sus ideales, que al mismo tiempo están basados en la libertad total en la relación entre el hombre y el programa (hombre y máquina).

La comunidad Hacker centra su filosofía en defender una ética de la libertad de uso del software, en referencia tanto a la posibilidad de estudio y modificación del programa, como a la libre distribución y difusión de sus contenidos. El movimiento “Free Software”, que viene a condensar las premisas de la filosofía Hacker en cuanto a los usos del software es el mayor exponente de libertad dentro del ámbito informático. Propone una revolución en contra de la mercantilización y el control del software por parte de grandes corporativas que monopolizan los contenidos, exponiendo una serie de valores que potencian la libertad y el aspecto colaborativo como vía de apertura hacia el entendimiento y el desarrollo del software.

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